ACTIVIDADES JULIO 27 2020
JULIO
27-2020. ACTIVIDADES DEL DIA
HORARIO ESCOLAR
EMERGENCIA SANITARIA SEGUNDO SEMESTRE 2020
201 |
LUNES |
MARTES |
MIÉRCOLES |
JUEVES |
VIERNES |
7:30 am |
ACTIVIDAD |
ACTIVIDAD |
ACTIVIDAD |
MATEMÁTICAS |
TRABAJO
DE PLANEACIÓN DOCENTE |
a |
ESPAÑOL |
ESPAÑOL |
C.NATURAL |
TALLER
EXPERIMENTAL (8:30/9:30) MEET |
|
9:30 am |
ESPAÑOL |
TALLER
EXPERIMENTAL (8:30/9:30) MEET |
C.NATURAL |
MATEMÁTICAS |
NIÑOS
REPASO Y PONER AL DIA COMPROMISOS |
930: 10:00 |
PAUSA ACTIVA |
PAUSA ACTIVA |
PAUSA ACTIVA |
PAUSA ACTIVA |
|
10:00 am |
ESPAÑOL |
INGLES |
SOCIALES |
MATEMÁTICAS |
|
12:30 m |
ESPAÑOL |
INGLES |
SOCIALES |
MATEMÁTICAS |
|
LUNES
27 DE JULIO ESPAÑOL
ACTIVIDAD
FÍSICA: control de postura. En familia mira el video y realiza la actividad física
Mira el video y durante 5 minutos
repite los ejercicios
https://youtu.be/CCeRorsXSO0
ASIGNATURA
LENGUA CASTELLANA. TEMA: EL CUENTO Y SU ESTRUCTURA
LOGRO: Identifica la estructura de los textos que lee
para comprenderlos: cuentos (inicio, desarrollo y desenlace), historieta
(inicio, desarrollo, desenlace), leyenda (inicio, desarrollo y desenlace),
noticia periodística (qué, cuándo, dónde, quién), fábulas (inicio, desarrollo,
desenlace, moraleja).
Se
llaman textos literarios a todos los escritos que las personas escriben con un interés
estético o artístico, es decir se expresan de una forma bella por medio del
lenguaje. Este tipo de escritos se agrupan y los nombran como géneros
literarios, es decir, dentro del total de las diferentes escrituras que hay existe
un conjunto de textos que llamaremos géneros literarios, los géneros literarios
son; narrativa; cuentos y novelas, la lírica, la dramática. Esta semana
trabajaremos el género narrativo en particular EL CUENTO.
ACTIVIDAD
1 EL CUENTO
En familia
miremos el video explicativo
1.1. Actividad, en el cuaderno de español
desarrolla:
1.
Lee a
tus padres el cuento el Perro aterrado de completa la siguiente tabla:
Cuento el Perro aterrado |
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Personajes |
Resume el inicio |
Resume el nudo |
Resume el desenlace |
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El Perro aterrado
Érase una vez un
perro llamado Kutta que vivía en una gran ciudad de la India. No tenía dueño y
se dedicaba a vagar por las callejuelas olfateando todas las esquinas, casi
siempre buscando algo para comer.
Su vida era tan solitaria que solía recurrir a la imaginación
para hacerse una idea de cómo eran las cosas, de cómo funcionaba el mundo. Se
puede decir que Kutta se pasaba el día haciendo conjeturas de esto, lo otro y
lo de más allá.
Por ejemplo, si una señora lanzaba a la vía pública las sobras
del caldo, él pensaba:
– ‘¡Oh, qué generosa es esa mujer! Seguro que me ha visto, se ha
dado cuenta de que tengo hambre, y muy amablemente ha tirado los huesos para
que yo me los zampe.’
O si un chaval arrojaba un palo al aire, sonreía y se decía a sí
mismo:
– ‘¡Qué chico tan simpático! Lo lanza lejos porque sabe que a
los perros nos encanta ir a buscar palitos y pelotas. Estoy convencido de que
lo que quiere es jugar conmigo y que si pudiera me adoptaría.’
Kutta veía la vida a su manera, desde su punto de vista
particular, y era feliz.
Sucedió que un día
pasó por delante de una verja que servía para delimitar un espléndido jardín.
Casualmente, el portón de entrada estaba abierto de par en par.
– ¡Oh, qué sitio tan bonito! … ¡Y no parece peligroso! Daré una
vueltecita a ver qué encuentro.
Kutta entró y se paseó tan campante, como si fuera el señor de
la propiedad, entre árboles altísimos y flores exóticas. Por fin, después de un
largo recorrido, llegó a un estanque lleno de pececitos azules. Ante una
visión tan encantadora comenzó, como siempre, a fantasear.
– ¡Oh, qué preciosidad! Esto debe ser el paraíso en la tierra
porque todo en este lugar es maravilloso. Me apuesto la cena de esta
noche a que aquí vive un príncipe.
Rodeó el estanque, cruzó una arboleda, y ante sus ojos apareció
un increíble palacio de mármol, coronado por una cúpula dorada que relucía bajo
el sol.
– Ma… ma… ¡madre mía, qué pasada de casoplón!
Tras el impacto inicial, a Kutta le faltó tiempo para retomar su
manía de sacar conclusiones de todo.
– ¡¿Pero dónde estoy?!… ¡Este lugar es alucinante! A la vista
está que el dueño es alguien muy inteligente porque para conseguir esta
mansión hay que ser espabilado y saber cómo ganar mucho dinero.
Jamás había visto nada tan hermoso. Fascinado, siguió haciendo
cábalas.
– Lo que está clarísimo es que se trata de una persona elegante,
apuesta, de exquisito gusto. ¡Seguro que viste las mejores sedas del país y
adora las joyas!
Kutta se moría de ganas de entrar, por lo que dejándose llevar
por sus cuatro patas flacuchas se plantó en la impresionante escalinata de la
entrada. No vio a nadie y siguió barruntando quién sería el afortunado
poseedor de esa casa tan fabulosa.
– No hay duda de que quien vive aquí es una persona muy feliz.
¡Imposible ser desdichado cuando se tiene tanto!… Sí, es innegable que su vida
es maravillosa.
Kutta estiró el cuello y subió de puntillas los escalones,
actuando como si fuera un tipo distinguido acudiendo a un baile de gala.
Al llegar arriba, se sorprendió.
– ¡Anda, pero si esta puerta también está abierta!
Levantó las orejas y solo escuchó el canto de los pajarillos.
– ¡Voy a investigar, pero lo haré muy rápido no vaya a ser que
aparezca alguien por sorpresa y me meta en un buen lío!
Kutta pasó a toda velocidad y apareció en un inmenso salón cuyas
paredes estaban cubiertas de arriba abajo por muchos espejos diferentes. El
pobre nunca había visto ninguno y no sabía lo que eran, por lo que al entrar se
encontró un montón de perros corriendo en dirección contraria… ¡hacia donde él
estaba! Su reacción fue mostrar los colmillos para infundir miedo a sus
enemigos, pero en ese mismo instante, todos los sabuesos levantaron el hocico y
también le enseñaron los dientes.
Kutta sintió tanto terror que se quedó paralizado, en el centro
de la sala, sin ni siquiera pestañear. En medio del pánico se le ocurrió gruñir
apretando fuertemente las mandíbulas; la respuesta fue que inmediatamente todos
los perros tensaron la cara y le gruñeron a él. ¡Estaba literalmente rodeado!
– Esto es el final… ¡No tengo escapatoria!… ¿O sí?
Movió las pupilas y pudo ver que la puerta estaba a escasa
distancia. Sin pararse a pensar ni mirar atrás salió escopetado y apareció en
el soleado jardín. Una vez allí corrió y corrió durante al menos cien metros,
hasta que se dio cuenta de que nadie le seguía. Entonces, frenó en seco, se
giró hacia la fachada del fastuoso palacio, y una vez más empezó a elucubrar.
– ¡Oh, qué raro!… Había por lo menos treinta perros y ninguno me
ha perseguido. ¡Eso es porque en el fondo son tan cobardes que no se atreven a
salir al exterior!
Kutta se sentó un rato en la hierba para recuperar el aliento y
bajar las pulsaciones del corazón. Cuando se encontró más calmado se levantó y
tomó el camino de vuelta, completamente convencido de que los perros que
había visto en el salón del palacio existían de verdad. Una lástima, porque si
se hubiera dado cuenta de su error, habría aprendido algo muy importante:
que la imaginación nos puede jugar malas pasadas y que no podemos pasarnos el
día hablando de lo que no sabemos por la sencilla razón de que las cosas no
siempre son lo que parecen
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